La política no es propiedad privada
Artículo de reflexión elaborado por David Riveros García(@aerostatico_Dd), uno de los miembros del grupo de 58 líderes que impulsan el diálogo estratégico de Paraguay Ahora.
Nos hicieron a todos un poco menos ciudadanos, un poco más simples habitantes.

Privatizaron la política. Posiblemente fue la primera privatización del país allá por 1954 cuando, de repente, 99% de la población eran habitantes y sólo 1% era ciudadana. Quienes osaban ser ciudadanos sin tener permiso eran perseguidos, torturados, desaparecidos o asesinados. De cierta forma da lo mismo.
Desde entonces, en mayor medida la “política” se hereda; la hicieron propiedad únicamente de quienes estuvieran en partidos políticos o tuvieran mucho dinero para influenciarlos. Así, desde la eterna transición a la democracia, nos hicieron a todos un poco menos ciudadanos, un poco más simples habitantes — conviene mantener ciertas ventajas y privilegios. Así también redujeron artificialmente el número de personas quienes supuestamente son las únicas capaces de hacer política y, por tanto, liderar cambios.
En este breve período “democrático” nos hicieron creer el cuento que sólo desde un partido político con poder se puede cambiar al país. Con eso lograron que una mayoría indignada se aleje de la podredumbre de los partidos declarándose “apolíticos”. Gran victoria partidaria! Entre menor el grupo que fanatizar y movilizar, mejor y más fácil ganar elecciones.
Esta falacia sirve a los partidos políticos, especialmente a sus líderes, para arrebatarle a la población el sentimiento del poder que nace en la ciudadanía.
Lograron que aquellas personas valientes que optan por el sacrificio de la militancia político-partidaria sean utilizadas: los partidos en su mayoría alquilan la dignidad y credibilidad de sus jóvenes liderazgos. ¿El eventual pago? La posibilidad de darles un espacio en la lista. ¿El costo real? No tener permiso de ser realmente políticos incluso dentro del partido hasta que “la posibilidad” les lleve a una lista. Mientras tanto hay que ser sirviente a tiempo completo y sin cuestionamiento. Es decir, no pueden ser políticos en el partido hasta que les dejen serlo.
Esta privatización es una gran mentira. Pero como toda mentira, si suficientes personas la creen, se convierte en una regla injusta. Esta falacia sirve a los partidos políticos, especialmente a sus líderes, para arrebatarle a la población el sentimiento del poder que nace en la ciudadanía. Y como la mayoría de las privatizaciones, transforma a los ciudadanos en “clientes” de un (supuesto) servicio (público) al cual sólo pueden acceder quienes tienen los recursos suficientes para hacerlo.

Los partidos políticos se convirtieron en inversiones: ciertas personas “invierten” dinero esperando recuperarlo, tener ganancias y, de bonus, poder.
¿Acaso no es carísimo “ingresar” a la política? Han elevado los costos empezando por la dignidad. Para la sociedad “hacerse” político implica perder dignidad — es así de caro. Pero no cualquiera puede. Pregunten a los adentrados en el tema y les dirán cuánto cuesta aparecer en cierta parte de la lista, según el tipo de candidatura e importancia del puesto. Los partidos políticos se convirtieron en inversiones: ciertas personas “invierten” dinero esperando recuperarlo, tener ganancias y, de bonus, poder.
Pero de nuevo, es la mentira que nos hicieron creer. Privatizar la política es como privatizar el aire. No se puede, pero con suficiente marketing la gente empezaría a