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El diálogo como herramienta para el cambio

Mucho se habla del diálogo como herramienta estratégica para transformar realidades, llegar a acuerdos, conocer y aprender. Sin embargo, ¿Qué tanta claridad se tiene realmente sobre qué es un diálogo estratégico? ¿Será tan fácil como un intercambio de ideas? ¿Escuchar, hablar y opinar (no necesariamente en ese orden) para llegar a algo?



Hoy entrevistamos a Jorge Talavera, miembro del equipo técnico que acompaña el proceso de diálogo estratégico Paraguay Ahora, a fin de profundizar un poco más en esta herramienta y cómo se utiliza ella en procesos de cambio y transformación.


 

¿Qué es el diálogo estratégico?

Se habla de diálogo estratégico como una tecnología social que tenemos disponible para construir procesos de cambio.

En esta perspectiva, se mira el dialogar, como un arte, el arte de pensar juntos en una atmósfera no sentenciosa, — que nadie se sienta juzgado por decir lo que piensa — con un compromiso compartido hacia un objetivo común, que abre caminos hacia el entendimiento mutuo. El diálogo es compartir ideas, suposiciones o modelos mentales que están internalizados por las personas, que permite dar oportunidad a la emergencia de nuevos y mejores entendimientos.

Cuando los grupos se comprometen, la realidad de la relación entre los participantes atraviesa ciertas fases de conversación, que son diferentes según los diversos modos de interacción. No es lo mismo un diálogo que una discusión, un debate o una negociación.


 

¿Cómo es eso de que dialogar no es lo mismo que debatir, hay tipos o niveles?

En los diálogos uno pasa por etapas. Ocurre en muchas de las reuniones en las que participamos. Comenzamos con una conversación o “plática amable” o de cortesía, donde principalmente se “habla desde lo que el otro quiere oír”. Son conversaciones “políticamente correctas” donde hay un bajo nivel de compromiso con lo que se dice y poca atención, interés y apertura a la escucha. Luego la reunión puede pasar o constituirse en una conversación o “plática sin rodeos”, donde lo central es la actitud de debate, en el que cada uno “dice, habla desde lo que piensa”, se descarga pero con baja actitud de escucha. Decimos lo que pensamos sin preocuparnos en conocer lo que los otros piensan.

Un tercer momento o modo de estilo de reunirnos y dialogar es cuando podemos hablar de la etapa del “diálogo reflexivo” donde lo central es la escucha empática, apertura a la escucha, a tratar de entender el punto de vista del otro, ponerme en su lugar e incluso verme como parte del todo. Paso a “ escuchar para comprender y no para responder’. Un cuarto modo es el “diálogo generativo” en lo que lo central es una actitud de presencia activa, en que se “habla desde lo que emerge” en la conversación, el tiempo corre más lento, hay una actitud de escucha mútua, donde se trasciende a uno mismo y lo que adquiere valor es. La co-creación colectiva, del grupo, de los participantes del diálogo, sin preocuparse en ver quién es dueño de la idea. Es una forma de diálogo “increíblemente efectiva”.

Pero atravesar estas etapas, conquistar estos modos de dialogar, implica generar confianza y tolerancia entre todos, construir un espacio seguro para los participantes del diálogo, siguiendo una guía de buenas prácticas para dialogar, en lo que es central tener una actitud de descubrimiento y de escucha activa.


De lograrse, el diálogo como una discusión estratégica es un mecanismo para vivir con más reflexión, de planificar a largo plazo, de entender el pasado y construir juntos el futuro. Por eso se constituye en una herramienta poderosa en este momento, es una manera de despegarse de los problemas del momento presente y pensar en cambios estructurales de largo plazo.


 

¿Cuáles son los obstáculos para dialogar?

Uno de los primeros obstáculos es la Voz del Juicio, como un primer enemigo que bloquea la puerta a la apertura de nuestra mente. Se trata de nuestras propias creencias y prejuicios, sobre personas o situaciones, que operan como lentes que tiñen la realidad y no nos dejan ver lo que hay de nuevo ni descubrir posibilidades ante nuestros ojos. Otro obstáculo a superar es la Voz del Cinismo, cuando por ejemplo no nos comprometemos con algo porque pensamos: ”¿para qué vamos a hacer esto si nadie nos va a hacer caso?”.

Son todo tipo de conductas y actos emocionales que marcan distancia para no lastimarnos si el proceso no funciona. Para superar la voz del cinismo es necesario un corazón abierto. Esto es algo muy común en espacios autoritarios y de poca libertad creativa. Y finalmente la Voz del Miedo es el tercer enemigo, pues bloquea la puerta de acceso a la voluntad, busca prevenirnos en dejar ir lo que tenemos y quienes somos. Se puede mostrar como un miedo a per