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Diálogo con paraguayos y paraguayas viviendo en el extranjero




Introducción

El diálogo con paraguayos y paraguayas viviendo en el extranjero, se realizó el 14 de mayo del 2021, con los objetivos de:


  • Generar un espacio de intercambio sobre los desafíos coyunturales y estructurales del Paraguay, a partir de la narrativa “Paraguay del diálogo a la acción” – Versión 1.0.

  • Profundizar el análisis del país desde el punto de vista internacional.

  • Caracterizar las situaciones, las oportunidades y los retos que están relacionados con la población paraguaya en el extranjero.


El diálogo tuvo lugar a través de dos reuniones realizadas en horarios diferentes (una a las 14.00. Hs, la otra a las 18.00 Hs) de modo a facilitar la asistencia, vista las diferencias horarias entre países.


En total, asistieron 15 personas que viven en el extranjero, 8 hombres y 7 mujeres. Las mismas están residiendo en países como Turquía, Brasil, México, Argentina. Estados Unidos, Reino Unido e Italia.


Las reuniones fueron dirigidas por los dialogantes que participan del proceso de diálogo estratégico “Paraguay Ahora”. Asistieron 7 de ellas. Además, 11 personas que integran el equipo técnico. (Ver en anexos lista de participantes)


La mayor parte de los asistentes se corresponde con el perfil profesional que ha realizado o está realizando estudios de posgrado, y que decidió quedarse en el país atendiendo a las oportunidades y la inserción profesional conquistada. Entre las personas asistentes, debe destacarse a Berta Rojas, artista paraguaya de mayúsculo prestigio mundial.


En menor medida, asistieron personas que se encuentran en una situación de desventaja socioeconómica, que no hayan podido cursar estudios de posgrado, o, incluso, con escolarización inconclusa.


Rasgos de la conversación


Se trató de un diálogo peculiar. Inusual para un país que piensa poco a los compatriotas que viven en el extranjero. La decisión de realizarlo surgió del propio proceso, cuando Gisse Peralta, paraguaya que vive en México y que asistió al Encuentro con referentes de la sociedad civil (15.04.21), observó el localismo que caracteriza a la Narrativa “Paraguay: del diálogo a la acción” – versión 1.0, por lo tanto, la ausencia de una perspectiva regional e internacional.


Esa advertencia vino acompañada de la sugerencia de organizar una conversación – o iniciar un proceso de conversación, que resulta aún más interesante – con paraguayos y paraguayas que viven en el extranjero. La idea fue tomada y madurada en pláticas graduales que involucraron a dialogantes, algunos de los cuales justamente viven actualmente en el extranjero, como Carolina Cáceres Lucey y Linda Vera, al igual que con otras personas que, residentes en Paraguay, expresaron interés especial (Carolina Fernández, Ramona Viera, María Sol Arrúa, Ilse Quevedo, Santiago Campos Cervera).


No fue fortuita la decisión de hacer el diálogo el 14 de mayo. Se pensó que, para quien vive afuera, podría ser una forma atractiva de celebrar el día de la patria.


Si bien el número de asistentes fue inferior a la expectativa (habría que evaluar los motivos), la calidad del diálogo fue muy alta. En tal sentido, una de las dialogantes sugirió fortalecer los criterios de inclusión.



Vivir afuera


La emigración envuelve diferentes situaciones, sea por el origen social de los migrantes, los motivos de su movilidad, su trama de relaciones, y sus recursos materiales e inmateriales. Si bien la movilidad es un derecho (o debería serlo), no todas las personas lo ejercen, y no todas quienes se movilizan lo hacen por voluntad. Las distintas formas de exilio (político, económico, cultural) vienen de larga data, particularmente en Paraguay.


Se conocen pocos datos oficiales acerca de la población paraguaya que vive en el extranjero. Una fuente señala que la cifra ronda las 870.000 personas, otras, las 1.000.000. Argentina es el principal país donde viven los connacionales. Con mucha distancia, le siguen España y Estados Unidos.


Las condiciones de vida en el extranjero pueden llegar a ser polares. Una dialogante subraya que “hay muchas restricciones para quienes están en un estatus de indocumentados. Hay un montón de paraguayos que no pueden regresar porque corren el riesgo de perder una vida entera”.


Toma de distancia


La distancia geográfica con el país permite verle con otros ojos, incluso a distinguir lo que, en el trajín cotidiano, pasa desapercibido. El contraste con otras culturas ayuda a desvelar el velo de la naturalidad de la paraguayidad, y comprender mejor las condiciones, los procesos y los desafíos de la sociedad a la que se pertenece.


De hecho, alguien afirmó que “cuando vivimos en el extranjero es inevitable la comparación”, ejercicio ideal para analizar la realidad.


Vivir fuera es una experiencia de profunda repercusión, porque supone sacrificios difíciles, en un derrotero solitario que se amplifica por “la falta de un entorno simbólico que implica un país desconocido (…) Tenemos que ser el doble de mejores” afuera.


La experiencia cultural también implica al conocimiento de contextos donde el servicio público tiene presencia fuerte y general en la vida colectiva. Al respecto, una participante expresa “En el 2016, tuve la oportunidad de irme a USA. Cuando me subí al tren: todo mi horizonte se expandió”.



INTERCAMBIO


Paraguay en y desde el mundo


La pregunta ¿cómo se le ve a Paraguay desde el mundo?, remite a dos posibles puntos de vista.

“Cómo ve el mundo al Paraguay y como yo le veo a Paraguay”.

“No se ve a Paraguay: no existe”. “Somos invisibles”. Es un país periférico que “está muy alejado de cualquier centro de actividad del mundo”. Es muy triste ver en las noticias internacionales o, incluso de Latinoamérica, su ausencia. “¿Qué tiene que pasar para ser parte de las estadísticas? Siento una enorme frustración que la voz de mi país sea el silencio”. No es casual la frase “sos la primera paraguaya que conozco en mi vida”.


Una persona expresó que ve al país como “una nación cooptada por una banda de criminales, de la cual el pueblo no tiene la más mínima intención de salir porque todavía no ve lo que le pasa”.


Alguien agregó que “el secuestrado no podrá salir si no conquista fortaleza para liberarse de su captor. La maduración del pueblo es frágil. Todavía no tiene la fortaleza para liberarse”. Otra hará preguntas: ¿cómo construirnos valentía para liberarnos? ¿Qué nos hace falta para tener valentía para liberarnos del síndrome de Estocolmo?


“Ese amor por nuestro captor” pareciera ser una metáfora que explica la complejidad del status quo. Paraguay sufre el Síndrome de Estocolmo. El cambio es anhelado y, al mismo tiempo, evitado.


Al carácter periférico extremo, se le suma la ausencia en lugares estratégicos. Una participante informará que, “actualmente, en la Embajada paraguaya en México no hay embajador/a designado, situación que resulta sorprendente considerando la importancia de este país que, además, es parte de América Latina”.


Una opinión aportó un matiz con la sugerencia de evitar los extremos y mezclar las sombras y las luces (“Paraguay – con sus luces y sus sombras – nos hizo” o evitamos idealizar o estigmatizar). Se trata – dirá esta mirada – de construir un análisis lo más mesurado posible y dejar “el país mejor de lo que lo encontramos”.


Si de oportunidades se trata, alguien recordó que “Paraguay es un pañuelo”, por lo que debiéramos buscar la forma de aprovechar esa situación.



Igualdad de oportunidades


¿Cuánto del bono demográfico del país está fuera del país?



Una observación resultó clara: “En Paraguay no habrá cambios si no hay descentralización y apertura para personas que están en estratos socioeconómicos bajos”. Se trata de las dos formas de desigualdad más importantes de Paraguay, la territorial y la socioeconómica (a la que podría agregarse la de género).


En este país, “los derechos que corresponden a todos por el simple hecho de ser personas” no pueden ser ejercidos por todos o todas.


El acceso a la formación académica está altamente condicionado por el nivel socioeconómico, y los espacios que se están abriendo avanzan muy lentamente. La población joven es numerosa pero no cuenta – mayormente – con herramientas. Quienes las disponen pertenecen a niveles socioeconómicos medios y altos.